lunes, marzo 03, 2008

Inspiración

Qué es lo que me mueve, me despierta, me conmueve, me transporta. Qué puede hacer que cambie de rumbo, de pensamiento, de humor.
El sonido. El sonido me alucina. O yo lo alucino a él. Todo lo que el sonido signifique: Bach, amanecer, claxon, viento, timbre, el sonido de mi cello, incluso el celular. Claro que los sonidos bellos me transportan a lugares diferentes que a los que me transportan ruidos como el claxon. Pero creo que eso es. Es increíble lo que puede hacer en mí, desde Charles Aznavour, Edith Piaf hasta el disco más viejo de Menudo o de Yola. Ah y claro está, que no escatimo mucho con dar saltos en géneros musicales. Esto debe ser producto de mi experiencia con amigos de diversas edades y proveniencia. He llegado a concluir que tengo una especie de relación estrecha entre amigos y música. Casi siempre puedo saber cómo son y qué les gusta a partir de la música que prefieren. Casi siempre los intuyo a partir de eso.
Casi siempre la primeras notas de un bolero, me recuerdan a mi padre, dos notitas ¡y ya está!, puedo estar en una reunión de trabajo, en una llamada al celular, hablando con amigos y ese sonido me distrae y es más rápido que mi cerebro, tanto que detienen las palabras que salen de mi boca. Me perturba, y me encanta. Respondo al sonido como un ejemplo de condicionamiento clásico. A veces sonrío, cuando recuerdo la letra de una antigua cumbia sonando en alguna parte, porque me recuerda a mi infancia en la selva jugando con mis hermanos (no me gustaba mencionar eso de la cumbia antes, aunque ya no me da tanta verguenza. Debe ser que estoy creciendo).
El sonido me enloquece. Puedo despertar de un humor excelente si escucho en ese momento algo que me va muy bien. A menudo no puedo poner música por temor a despertar a otras personas, pero cada vez que puedo no me privo de esa gracia.
Sólo hay una cosa del sonido que me tortura: el aleteo de la palomas y de las aves en general, producto de una fobia desarrollada desde mi niñez. Pero eso es lo único. No me molesta ni el heladero, ni el afilador de cuchillos y algunas veces ni los claxons ( debe ser porque no manejo).
Cuando trabajo me gusta poner a Sabina, a Fito, a Manu Chao, a Drexler y voy cantando y voy haciendo. Claro es mucho más cómodo estando en casa, con el volumen bien alto y cantando a voz en cuello. Y en la oficina con los audífonos (¡en estéreo!), cantando quedito pero con energía. Me gusta el volumen alto. No sé por qué pero asi es.
A veces me da por épocas, Nat King Cole, Frank Sinatra y otros. Y a veces me da por las mezclas que pienso que nadie soportaría. Música disco de Kool and the Gang (¡qué verguenza! ¡ja!), Yan Tiersen y Mercedes Sosa. Soy terrible, pero esas cosas me gustan. :)

El sonido es. Y como decía un gran filósofo "Lo que es, es y lo que no es, no es". Bueno pues, esto es.