lunes, agosto 18, 2008

La dama de Shalott

Por Alfred Tennyson


Y en la oscura extensión río abajo

-como un audaz vidente en trance,
contemplando su infortunio-
con turbado semblante miró hacia Camelot.


Y al final del día la amarra soltó, dejándose llevar;
la corriente lejos arrastró a la Dama de Shalott.


Yaciendo, vestida con níveas telas
ondeando sueltas a los lados
-cayendo sobre ella las ligeras hojas-
a través de los susurros nocturnos
navegó río abajo hacia Camelot:
Y yendo su proa a la deriva
entre campos y colinas de sauces,
oyeron cantar su última canción,
a la Dama de Shalott.


Escucharon una tuna,
lastimera, implorante,
tanto en voz alta voz como en voz baja,
hasta que su sangre se fue helando lentamente,
y sus ojos se oscurecieron por completo,
vueltos hacia las torres de Camelot;
Y es que antes de que fuera llevada por la corriente
hacia la primera casa junto a la orilla,
murió cantando su canción, la Dama de Shalott.

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